sábado, 15 de noviembre de 2008

Debajo del agua

Estar debajo del agua es una cadena de pausas. No hay nada excepto la soledad de un vientre, imágenes cerradas, paz. Es el mundo antes que fuera mundo, y por eso se siente hogar.

Todo se torna azul, transparente o verde. La luz intrusa nos regala matices. Las manos se arrugan, como los pies, y el cabello se torna alga.

Las extremidades, desnudas, de sus visitantes se observan con recelo y disimulo. Al menos eso elige uno pensar.

Debajo del agua los mismos pensamientos consumen las brazadas y, cuando el oxígeno falta, recordás que sos humano, finito.

No hay silencios. El ruido de mi torrente y las bocanadas suenan más que un bajo en explosion de cualquier viernes por la noche. Nota: El silencio absoluto sólo lo encontré sentada, entre mucha agua congelada, al norte. Qué silencio triste y acogedor)

Siendo de tierra, me siento viva debajo del agua. El agua se impone al fuego, expele el viento en graciosas burbujitas y sólo con la tierra, únicamente con ella, forma algo nuevo.

Soy otra cada vez que salgo del agua. Gotean mis cabellos, antes de alga; sedesprende mi piel y recuerdo dar las gracias por respirar.

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