lunes, 17 de noviembre de 2008

Cuando te parten como una galletita


Éramos cuatro, almorzando sobre fotocopias en una oficina del microcentro, yo masticando chauchas y dióseme la inspiración de hablar -con la propiedad que mi título de sociocharlatana me otorga-, rimbombante, sobre asuntos del cuore:

- "Aquí en la Argentina las relaciones manejan códigos hipócritas. Se exagera todo: primero conocés a alguien, te gusta, asumí que le gustás; y ya que te presente a sus amigos, o viceversa, es un tema-problema; y luego que te lleve a conocer a su familia, es otro, porque se crean nexos; y que te invite a su casa, es casamiento. Todo muy raro, no me acostumbro; y entonces para dosificar la presión, hombre y mujeres, ambos, entiendo, prefieren decir que están saliendo, después de ocho meses durmiendo juntos, embarazados, compartiendo renta ... "

La secretaria asintió:

- "yo le doy cinco de salir, vos?"

- "No más de tres", dije.

El turno de Cristanello:

- "Si lo aceptás más de tres meses sos una pelotuda ... ¿Cuánto tiempo pensás que necesitás para darte cuenta si el pibe lleva doble vida, o va en serio? Merecés tu suerte..."

- "Pelotuda?" - lo increpé indignada... "así son las reglas, de puro salir al principio, verse a lo mucho dos veces por semana, ponerse de novios a los 8 meses ... ¡y mirá que me costó aprenderlo!"

- "Y sí", replicó hiperconfiado. "mientras te parten como una galletita salís 8 meses, fácil."
La conversación degeneró en obscenidades; pero la frase me generó ternura y sonrisas cada vez que rememoro su cándidez, de honestidad masculina. El reto está en que mientras te parten la galletita, y lo disfrutes, el corazón no se te haga migajas.

No hay comentarios: